En todas las empresas familiares, con el paso del tiempo, surgen de forma espontánea distintos equipos de liderazgo formales e informales: algunos están más centrados en las prioridades operativas y otros se ocupan de labores como la supervisión estratégica o el fomento de la unidad de la familia. Para ser eficaces, cada uno de estos equipos —consejos de propietarios, consejos de administración, consejos familiares y comités ejecutivos— requiere una combinación específica de habilidades de liderazgo, así como la capacidad de colaborar como grupo.

No obstante, muchas familias infravaloran el funcionamiento de sus equipos de gobernanza y no invierten lo suficiente en su desarrollo. Una señal clara de que esto podría estar sucediendo es que las dinámicas interpersonales y familiares empiecen a manifestarse dentro de los equipos de un modo poco constructivo. Como consecuencia, la colaboración se debilita y los equipos de gobierno pierden eficacia, lo que lleva a una mala toma de decisiones.